Soñando Fútbol

Y se comienza a generar un encuentro social donde no importa religión, color de piel, nacionalidad, ni mucho menos el sexo. Este el caso de la Fundación Tiempo de Juego, en la que por medio del deporte y el arte se logran hacer realidad los sueños de niños de zonas como Cazucá, comuna 4 del municipio de Soacha, un territorio golpeado por el pandillismo, la violencia y el paramilitarismo. Hoy en día, y gracias a procesos como el de esta fundación, los territorios intervenidos han tenido claramente un avance con estos problemas, generando oportunidades tanto para los niños, como para los padres y habitantes de este sector.

Andrés Wiesner, fundador de Tiempo de Juego, amante del fútbol e hincha de uno de los clubes más grandes e importantes de Colombia, Independiente Santa Fe, llegó un día a esta zona de altos de Cazucá, a realizar un trabajo periodístico sobre pandillas. Él se encontró con una realidad política, social, económica y de desplazamiento fuerte, así como un entorno de violencia que se apoderaba de la zona.
La cancha del barrio estaba bajo el poder de las bandas delincuenciales que dominaban el territorio y no dejaban hacer uso libre de ella; Andrés en este proceso se da cuenta y ve una oportunidad clara, plantea una solución al enfrentar a las pandillas en el campo de juego, desde ese momento comienza un proceso de inclusión y avance social por medio de este gran deporte. Él ve una oportunidad en la pelota y su gran poder sobre la sociedad y es este momento donde la Fundación nace para ayudar a los niños del barrio y el país, apoyándolos para cumplir sus sueños.

Este gran deporte, como lo hacen en la Fundación Tiempo de Juego, nos enseña a ver que es a través de procesos de inclusión en donde el fútbol se convierte en magia, que es un deporte tan completo desde varios frentes, sirviendo como mecanismo de reivindicación social y crecimiento cultural. Pero tenemos que verlo más allá de lo que nos muestran los medios y sus dirigentes, que lo convierten en su negocio, pasando por encima de países y la sociedad en general.
En tiempos de mundial, el deporte más lindo del mundo nos convoca con su belleza, nos alegra y nos genera un sin fin de emociones, y es que así es el fútbol, odiado por los intelectuales, amado por el pueblo, usado por los poderosos, pero cuando la pelota entra en juego se nos olvida todo, comienza una lucha por el honor, la gloria, y no sólo desde el campo de juego, el hincha es parte fundamental en este ritual; es quien le da colorido y muchas veces sentido a lo que pasa en el terreno de juego, es el creyente de esta religión, donde el Dios es la pelota.
Y es que el fútbol trasciende más allá del simple deporte, y ese gran poder que tiene es identificado por algunos sectores, tomándolo como eje fundamental de control y cortina de humo.
El fútbol es del pueblo y para el pueblo, este nos pertenece, no para cegarnos, si no para complementarnos, para entendernos, para ver al otro y lo que tiene por ofrecernos. Como todo arte, sirve para sensibilizarnos y entendernos aún más como seres humanos y lo que podemos hacer, este es fútbol, este es el famoso fútbol, el deporte mas hermoso del planeta.

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