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Por: Diego De La Rosa

Según el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, en Bogotá se producen 6.300 toneladas de basura diariamente de las cuales sólo se recicla alrededor del 15%, éstas cifras también muestran que alrededor del 78% de los hogares en Colombia no reciclan las basuras, y también afirma que alrededor de 321 rellenos sanitarios a nivel nacional cumplirán su vida útil en los próximos 4 años. Esta situación se convierte en una preocupación mayor, debido al colapso del sistema sanitario y de recolección de basuras y por otro lado, la afectación medioambiental en un país con una biodiversidad tan rica como Colombia.

En el marco de lo que ha generado hasta hoy la pandemia del COVID-19, se ha convertido en una necesidad tener una metodología sostenible y sustentable de recolección de las basuras, de allí a que el reciclaje y la cultura ambiental sean un punto fundamental. El desarrollo de una sostenibilidad ambiental y la cultura de reutilización de residuos como el plástico o los desechos orgánicos, pueden aportar a la preservación de los ecosistemas, a una mejor utilización de los recursos y una reducción importante en la emisión de gases de efecto invernadero, y evitar el colapso sanitario en las grandes ciudades del país y del mundo.

Es por eso que en distintos países han surgido una serie de proyectos en los cuales la reutilización de los desechos, se ha convertido en el epicentro de una sociedad amigable con el medio ambiente y sostenible en términos sanitarios.

Un ejemplo se da en Buenos Aires, Argentina donde Sergio Basani más conocido como “Brochi”, presidente de Brotes Atelier, una asociación civil (ONG sin ánimo de lucro,) creó el “Proyecto Mutan”. Por medio de este se busca la reutilización y transformación del plástico post-consumo para diseñar nuevos productos implementando tecnologías innovadoras para el tratamiento de este material.

En primera instancia el Proyecto Mutan, ha logrado transformar las tapas de plástico de los envases en productos como sillas, lámparas o gafas para el uso humano; aportando la tecnología a varias fundaciones que comienzan a trabajar en su proceso, de allí han logrado utilizar alrededor de 1.250 kg de plástico y han conseguido ahorrar más de 5 millones de litros de agua en los procesos de tratamiento, generando así una industria con lógicas de preservación ambiental y sustentable.

“Todo empezó en los trabajos finales de la universidad, yo soy diseñador industrial y comencé a enfocar mis proyectos en la sustentabilidad, logramos desarrollar una máquina que procesaba y trituraba el plástico de los envases pet y comenzamos a trabajar con distintos procesos para moldear y trabajar con el material por medio del calor y del plástico reciclado… De allí surgió el Proyecto Mutan, generando tecnologías para la producción industrial sin explotación de personal y comenzamos a incluir a pequeñas industrias del reciclaje para construir una sociedad más sostenible”. Manifiesta Brochi como fundador del proyecto, quien busca dejar de lado la explotación, aportar a la mejoría del medio ambiente, reformular los procesos productivos y aportarle a los menos favorecidos.

Este proyecto comenzó a generar no sólo oportunidades laborales, sino procesos de educación en pro del reciclaje y la sostenibilidad. “En el tema de la cuarentena nos preguntamos si podríamos comenzar a aportar por medio del desarrollo y creación de máscaras a base de plástico y estamos haciendo alrededor de 10 máscaras por hora… esto es un fenómeno global donde las personas han buscado la manera de transformar los materiales y compartir los diseños para generar insumos y demás para combatir la emergencia”, comenta Sergio, demostrando que por medio del reciclaje, la unión y el emprendimiento se pueden superar las crisis y darle un respiro al planeta.

Asimismo, en Colombia se han organizado distintas fundaciones o proyectos que buscan reutilizar los materiales contaminantes, reducir el impacto de las basuras en las ciudades y aportar a la preservación del medio ambiente en el país. Es de esta manera que surge la Fundación Buenavía, una organización sin ánimo de lucro que fue fundada en el año 2013, y cuyo principal objetivo ha sido contribuir a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos por medio de la educación ambiental y la movilidad sostenible.

Este proyecto lleva 7 años buscando innovación, emprendimiento y evolución en temas de sustentabilidad, sostenibilidad y reciclaje, llevando la educación a diferentes poblaciones y generando lógicas más amigables con el medio ambiente y generando así un mejoramiento en los sistemas de recolección de desechos, la división de los materiales y la re-utilización de algunos de ellos.

No obstante, en Colombia hay diversas problemáticas que han generado daños importantes de los ecosistemas y crisis como la vivida en días previos donde se registró un derrumbe de desechos en el Relleno Sanitario Doña Juana de la ciudad de Bogotá, generando problemáticas de salud pública que agravan la situación en torno a la pandemia y las exigencias sanitarias que se requieren para combatirla.

Según Camilo Cárdenas, Director Ejecutivo de la Fundación Buenavía, hay diversas problemáticas que afectan el tema del reciclaje. En primera instancia, es el problema de la educación ambiental y la falta de efectividad en la implementación de las políticas públicas para la separación de los residuos de manera efectiva.

Por otro lado, aparece la poca capacidad instalada, esto se basa en la poca cantidad de empresas que se encarguen de la transformación del material reciclado, traduciéndose en que puede ser exitosa la división de los residuos, pero no hay una suficiencia en el procesamiento, por ejemplo, del plástico.

Por último, sigue habiendo un problema de mercado para el material transformado ya que sale más económico el uso del plástico virgen que el plástico reutilizado, lo cual genera un detenimiento en una industria sustentable y sostenible y obliga a las lógicas mercantiles a seguir apuntando al uso de materiales contaminantes dejando de lado el reciclaje.

“Hay que tener en cuenta que los colombianos son cada vez más conscientes de las problemáticas ambientales generadas por los residuos, por ejemplo el relleno Doña Juana tiene vigencia hasta 2022 y comienza a generar la pregunta ¿Para dónde van nuestras basuras?, sabiendo que a veces van para los ríos y se convierten en agentes contaminantes… La intención es pasar de esa consciencia a la acción, la intención es aprender a separar los elementos aprovechables de los no aprovechables y es allí donde aparecen la innovación y los emprendedores que buscan nuevas metodologías para el uso de los residuos, temas de compostaje de residuos orgánicos y demás, por ejemplo las empresas que recogen los residuos orgánicos y los convierten en abono para plantas”.Comenta Camilo que, desde su fundación ha comenzado a trabajar en pro de ilustrar a las personas y generar una pensamiento ambiental orientado hacia la preservación y la solución de los problemas de contaminación.

Es este tal vez el camino indicado para seguir construyendo crecimiento social y económico, pero siendo amables con nuestro entorno; no es en vano que la naturaleza haya comenzado a reconstruirse con base de nuestra ausencia por la cuarentena, tampoco la serie de catástrofes naturales que suceden a nivel mundial: el calentamiento global, los glaciares derretidos o los volcanes en erupción.

En conclusión, la tierra envía un mensaje de consciencia, educación y cultura donde las tecnologías y el desarrollo se conviertan en algo sustentable y sostenible, para abandonar ese consumo aplastador de los recursos y comenzar a ver la tierra como lo que es, la historia, los antepasados y la fuente de vida respetando las fuentes hídricas, la biodiversidad y el medio ambiente. Es hora de cambiar el chip y buscar su protección, luchar por un mundo mejor para las generaciones futuras (las presentes) y enfocar los esfuerzos en la reutilización de los residuos, la implementación de políticas de reciclaje.

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