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Hablar de la memoria supone aludir a un proceso social en el que se condensa historicidad, tiempo, espacio, relaciones y prácticas sociales, poder, subjetividad, conflicto y por supuesto, transformación y permanencia. Es así, y partiendo de la urgente necesidad de seguir consolidando espacios culturales, y acá me refiero a la cultura como eso que nos identifica, no como secciones en los diarios o noticieros, es que nace el Memoria Fest; un espacio que quiere generar debate y compartir saberes entorno a la palabra “Dorado”, palabra que enmarca una leyenda escuchada por conquistadores y exploradores, en la que se hablaba de un pueblo indígena construido a partir de oro. Con esto, se quiere crear un nuevo significado, que la leyenda ha dejado como legado, desde comportamientos psico-económicos que han alterado gravemente los ecosistemas y las relaciones personales con los entornos.

La Tingua Azul es un colectivo que ha trabajado desde hace mucho tiempo en la localidad de Kennedy y viene reivindicando los espacios naturales y biodiversos conocidos como humedales. Ellos, llamados a sí mismos como el humedal que promueven y cuidan, trabajan a diario por la construcción cultural, ambiental y social.

Para este festival, se organizó con la comunidad recorridos y jornadas de siembra por el humedal Tingua Azul, con el objetivo de robustecer la flora nativa en el que ellos aseguran han tenido poco y nada apoyo de la alcaldía local de Kennedy. Dentro de las actividades plantedas dentro del festival se sembraron más de 40 árboles en diferentes zonas del humedal, además de una siembra de flores que aportan a los polinizadores en el jardín biodiverso Azulejos, un espacio que aporta al declive mundial de abejas.

Desde la Escuela de Formación La Martinica se dictó un taller de muralismo, que consistió en sesiones teórico-prácticas que se enfocan en los contextos latinoamericanos de muralismo y graffiti, el cual terminó en la realización de un mural colectivo de gran formato en el que todos los asistente pusieron en práctica los conocimientos aprendidos y fortalecidos. El festival también contó con un macro tejido que se realizó en diferentes zonas del humedal, en el cual se escribieron las palabras agua, renacer y Tingua Azul, como referentes a lo que el humedal significa para la comunidad; piezas que van desde los cuatro a los diecinueve metros. Como novedad, se implementó una técnica llamada “yarnbombing”, una técnica de tejido a mano, basada en prácticas de arte urbano sobre mobiliarios urbanos o elementos naturales, la cual se aplicó sobre cinco árboles de la zona.

El cierre del festival se consolidó sobre un espacio multicultural, el cuál fue todo un éxito desde la asistencia y participación de personas de diferentes edades, incluyendo niños y niñas. Dentro de lo más destacado, se contó con bandas musicales de punk, ska, música andina, rap y música alternativa, enlazando a la ciudadanía en perspectivas más amplias de sus entornos culturales y sociales, generando diálogos entre situaciones que se creen opuestas y así contribuir al crecimiento de una mente colectiva, en donde se busque el trabajo unitario para el bien común de los territorios y el ambiente.

El colectivo La Tingua Azul lleva haciendo festivales hace un par de años, abriendo espacios de participación para la ciudadanía y los artistas locales, con el objetivo de fortalecer las redes de trabajo culturales en Bogotá y Colombia, crear espacios pedagógicos no convencionales donde se pueda hablar y crear a partir de las temáticas que nos generan serias dudas, activar a la comunidad en la ciencia ciudadana y las nuevas formas de accionar en la ciudad. El colectivo lleva siete años en el trabajo pedagógico ambiental y artístico, enfocados en la restauración, reconocimiento y visibilización del Humedal La Tingua Azul. Hacer ver este espacio como un aula viva donde se pueda generar grandes aportes para el crecimiento de una ciudad amigable con los entornos ambientales.

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